martes, 4 de septiembre de 2012

Un grito de Corazón

Como es que Racing, un aparentemente sencillo pero trabajado triunfo 3-1 al último, puede emocionarte a falta de dos minutos. Crónica de una noche feliz.



Si no se sufre no vale, reza una vieja máxima del futbol argento, últimamente aplicada a los equipos ''grandes''. Pero es por ese sufrimiento, que el goce es el triple. Esta noche, Racing revivió alguna de sus noches mas felices; no ganó un torneo ni un clásico, nada de eso. Apenas derrotó al modesto pero siempre complicado San Martín sanjuanino, con sus 50 aventurados que se acercaron al Cilindro a ver si razguñaban algún poroto. No se necesita de una nutrida tribuna visitante para que el disfrute de la victoria sea superlativo.

La previa invitaba a subirse tranquilos al lote de perseguidores directos: partido contra el último, que perdió con todos, y la incentivación de quedar a un punto del eterno primero Boca. El encuentro, tanto como el cielo, eran amenazantes, con amagues a desatar la lluvia y posterior tormenta sobre todo Racing. Sin embargo, apareció el Sol, en la nublana noche de Avellanesa, un rayo que eclipsó cualquier intento de lluvia. Luciano Vietto, 18 años, cara de bueno y pichón de crack. Se apagaba el primer tiempo y el purrete se iluminó: le pegó a la pelota como si supiera, y desató la fiesta.

El segundo tiempo atentó contra las aspiraciones se escoltar de Racing. Empate rival y posterior dominio de las acciones. Pero este 3/9/12 no podía ser verdinegro, a 62 años de la inauguración del mítico Cilindro, la Academia tenía que vivir viejos nuevos, y buenos, tiempos. Pillud se sintió Dani Alves y le dio un pase a la cabeza a Vietto, y Villar luego haría lo mismo, para que el desfachatado pibe se vaya a dormir feliz. Tres goles, y a regular. Pero... si no se sufre no vale decíamos; Minuto 44 y de repente, vaya uno a saber como, un jugador de San Martín caía derribado por De Olivera. Roja, penal, y Zubeldía arrancandosé los cabellos de angel. No hay cambios. Será el 3-2 y habrá que achichonarse la cabeza sacando bombas del área en los próximos cinco minutos. Para colmo, Pelletieri asume su rol de capitán es estado puro; el más petiso del equipo se calza el buzo del enorme Dida, los guantes, y al arco. Uno supondría que en un momento así lo fusilarían, pero Caprari es vivo, apuntará a un palo para que el ex N° 5 no llegué. Y a rezar, y va, de zurda...

Agustín Pelletieri, el capitán, hace lo utópico, y emociona: se estira con sus dos tentáculos, y tapa el descuento, y por si fuera poco, se aferra a la pelota como si la amase. Es el 4-1, es el grito mas fuerte y emocionante de la noche. Me encuentro abrazado a la cintura de un joven racinguista, feliz de la vida también, que a su vez abraza a otras tantas almas celeste y blancas. Pobre Vietto, el pibe que había hecho los tres goles, quedá eclipsado por el gigante Pelletieri, apellido que suena y resuena en el Juan Domingo Perón. El descuento está de más, se agrega solamente para que el pobre y sufrido Racing, celebré una noche feliz. Por suerte, cuando en la vida cotidiana uno se siente pisoteado por la realidad, aparece una vez a la semana el futbol, esos 11, 12 tipos corriendo, esos colores, que te hacen la persona mas feliz de la Tierra. Si para sentir tanto amor hay que sufrir, habrá que hacerse masoquista...